Para  un Alemán y un Finlandés, la verdad es la verdad. En Japón y en  Inglaterra las cosas son correctas si no son un escándalo. En China no  hay verdad absoluta. En Italia todo es negociable.
Las  comparaciones entre culturas diversas frecuentemente muestran grandes  diferencias en el comportamiento social. A los Japoneses no les gusta  dar la mano al saludar, se inclinan cuando se saludan y no soplan su  nariz en público. Los brasileros forman ruidosas colas al esperar al  colectivo, prefieren los zapatos marrones a los zapatos negros y  pueden  llegar dos horas tarde a un cocktail. Los griegos te miran fijo a los  ojos, asienten con su cabeza cuando quieren decir que no y a veces  rompen los platos contra la pared en el restaurant. Los Franceses  "limpian" el plato con un pedazo de pan, mojan las medialunas en el café  con leche  y  pueden saludar con un apretón de manos a los extranjeros  en un bistró. Los Británicos alejan los bowls de sopa después de haberlo  comido, comen las arvejas con los tenedores al revés, y juegan Golf  bajo la lluvia.
Apariencia y Realidad
Estos  diversos modales y estilos, son muy divertidos. Sonreímos ante la  excentricidad extranjera, y nos felicitamos por nuestra normalidad. Sin  embargo sabemos que estas idiosincrasias son realmente superficiales. Si  pasamos algún tiempo en Francia tarde o temprano nos va a encantar  sumergir nuestra croissant en la taza, descubriremos el placer de llegar  a un lugar realmente tarde en Brasil; tiraremos vasos de vodka por  sobre nuestros hombros al salir de  St . Petersburg. Esa adaptación de  nuestro comportamiento no nos deja ninguna cicatriz. Nos unimos a los  extranjeros en sus estilos sociales en parte para pertenecer y en parte  para divertirnos. Podemos convertirnos en Franceses o Griegos por una  noche, podemos sentarnos sobre Tatami con colegas japoneses y comer pata  de cordero con la mano con los árabes. 
Pero  a pesar de esto en nuestra mente prevalece una constante privada de  nuestra cultura. Podemos formar parte del show para los otros pero todo  el tiempo seguimos nuestro propio programa en silencio. Podemos formar  parte de este comportamiento público y adoptar esos modales o estilos  sin prejuicio alguno hacia nuestras creencias más importantes. Las  acciones no son difíciles de imitar y hasta se pueden imitar diversos  idiomas. El pensamiento en cambio es algo diferente, podemos observar,  aprender y a veces comprender a algunos de estos grupos. Pero  siempre  sabemos donde pararnos frente  a estos grupos diversos , ellos viven en  su mundo y nosotros en el nuestro.
When Cultures Collide , by Richard Luis
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